La carrera de Tony Iommy como guitarrista estuvo a punto de terminar prematuramente cuando sufrió un terrible accidente en una fábrica de metal en Birmingham (Inglaterra). El trabajo con el que Tony se ganaba la vida por aquel entonces consistía en pasar planchas de metal a un compañero que usaba una máquina para perforarlas.
Un día su compañero faltó al trabajo y pidieron a Tony que lo sustituyera en la máquina y en esas que se cortó la punta de los dedos de la mano derecha. El mismo cogió los pedazos y los llevó al hospital a ver si se podía hacer algo. Pero no hubo suerte, o los cirujanos ese día no estaban por la labor de antender a un proletario.
Deprimido se convenció de que sus días de guitarrista se habían ido a la mierda. Pero fue entonces, cuando un amigo le habló de Django Reinhardt, quién perdió la movilidad de los dedos en un incendio en el campamento gitano donde vivía, pero que aún así, siguió tocando. Esto inspiró a Iommi para seguir con la guitarra, y desde entonces tocó con unas prótesis de goma, aunque al principio, fundía una botella de plástico sobre sus dedos y luego los limaba para darles forma y así poder tocar.
0 comentarios:
Publicar un comentario