lAVADO dE sANGRE dE kEITH rICHARDS

jueves, 7 de enero de 2010


Las drogas han sido consideradas durante mucho tiempo como una parte indispensable del estilo de vida del rock and roll, pero demasiadas pueden ser malas incluso para los músicos de rock. A principios de los años 70, los Rolling Stones estaban llevando todos sus excesos al límite. Tal fue la situación que durante la gira de 1973 por Europa y Gran Bretaña, Keith Richards no se encontraba en condiciones de emprender esa serie de conciertos debido a su fuerte adicción a la heorína. No había tiempo para una cura de desintoxicación, pero Marshall Chess, presidente del sello discográfico The Rolling Stones Records, tenía la solución. "Hay un médico de Florida que puede sacar toda la droga de tu sangre en pocos días", le dijo a Keith Richards. "Lo hizo para mí en México hace algunos años y funcionó perfectamente", continuó. A Keith le pareció bien y el médico de Florida llevó a cabo el "cambio de sangre" del músico en una villa lamada Varp Le Pec, en Villars-sur-Ollon, en Suiza. Victor Bockris, el biógrafo del guitarrista de los Rolling Stones, describió en su biografía el proceso del tratamiento: "El tratamiento de Keith Richards se llevó a cabo entre el 19 y 23 de Septiembre de 1973.

Victor Bockris también afirma en el libro que cuando Keith Richards tuvo problemas para conseguir su visado para el tour de los Rolling Stones por Estados Unidos, Richards viajó de nuevo a Suiza para purificar su sangre con el fin de conseguir el certificado médico. Tiempo después, cuando el guitarrista reapareció en público declaró en broma a unos periodistas que había ido a Suiza a cambiarse la sangre, lo que dió lugar a una de las leyendas urbanas más famosas del rock: "Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones, combate su adicción a las drogas cambiando su sangre por otra nueva y limpia en una clínica de Suiza".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

AL final me tendré que pillar el libro.

dAVID dijo...

No tirarás el dinero.

Anónimo dijo...

Si te lo has comprao, déjamelo, y ya seguro que no lo tiro.