Os dejo esta interesante entrevista de Antonio Fraguas de El País Cultura, pocos días antes de que Soundgarden vuelva a España en el festival Sonisphere:
Solo sobreviven dos de los cuatro evangelistas que tenía aquella falsa religión del grunge,
una etiqueta comercial creada a principios de los noventa por la
industria musical para exprimir y explotar a un puñado de chavales con
gustos y estilos musicales muy distintos. En paz descansan Kurt Cobain
(de Nirvana) y Layne Staley (de Alice in Chains). Resisten, en esta
guerra diaria que es la vida, Eddie Vedder (de Pearl Jam) y Chris
Cornell (de Soundgarden). Tras un parón de 13 años, Cornell (Seattle,
1964) ha resucitado la banda que le convirtió en un icono y con la que
ha vendido más de 20 millones de discos en todo el mundo. En plena
preparación de un nuevo elepé, visitan España como cabezas de cartel,
junto a Metallica, del festival Sonisphere.
Denostado por unos, adorado por otros, lo cierto es que su longeva
carrera ha sufrido bandazos que pocas veces han escapado a las críticas.
Nadie duda del portento de su voz, que ha puesto la servicio de los
oscuros sonidos del metal pesado de los primeros Soundgarden, al frente
de un supergrupo de diseño, como Audioslave y, en solitario, en bandas sonoras (para el James Bond de Casino Royale, en 2006) o a las órdenes del rapero Timbaland, quien produjo su último elepé individual (Scream, 2009), un engendro de beats
de pesada digestión y elevadas ventas. Con todo, Cornell, un tipo de 47
años, bien parecido y quizá demasiado sensible, ha superado su adicción
al alcohol y a los fármacos, factores que contribuyeron a la disolución
de Soundgarden.
Cornell, al teléfono, no esquiva el asunto. “Me cuesta hablar de
ello. Durante años esas cosas estaban de alguna manera presentes todo el
rato. Aún trato de entender si caí en la adicción porque era infeliz o
si más bien era infeliz porque caí en la adicción”. En 1990, la muerte
por sobredosis de heroína del auténtico mesías del sonido de Seattle,
Andrew Wood (vocalista de la banda Mother Love Bone), fue quizá el
primer escollo serio en la vida de Cornell. Luego vendrían las bajas de
Cobain (1994), Buckley (1997)… y todo ello en un contexto de éxito
planetario y millones de dólares entrando en su cuenta corriente.
“Generalmente miro hacia adelante. Cuando miro hacia atrás me siento
afortunado de haber superado lo que pasé y de que Soundgarden sea lo que
es hoy en día. Fuimos pioneros de la escena musical del tiempo en que
empezamos, en los noventa, y hay cierto orgullo en ello, pero en
realidad creo que estoy haciendo más ahora y que voy a hacer mucho más
en el futuro. Cuando me entrevistaron para el documental sobre los 20
años de Pearl Jam −Pearl Jam Twenty (2011)− dije que lo más
grande de ellos es su sentido de proyecto, algo que van a desarrollarlo a
través de los años; que va a durar y si eres fan, vas a poder serlo durante décadas”, apunta Cornell.
Con todo, el cantante no reniega, creativamente, de nada del pasado.
“Musicalmente siempre estamos en contacto con los primeros pasos de
nuestra banda, aunque a medida que pasan los años incorporamos cosas eso
no supone descartar nada de lo viejo. La música es una increíble
máquina del tiempo. Cuando tocamos ahora temas antiguos, de Ultramega OK
[1990] por ejemplo, recuerdo hasta el más mínimo suceso que ocurrió en
torno a esa canción: porqué la mezclamos así, donde estaba sentado
cuando se me ocurrió la idea, qué nos gustó de la canción, qué no… es
como si hubiera pasado ayer. La mente musical tiene mucha mejor memoria
que la mente analítica”.
¿Es posible adorar a Jeff Buckley (a quien en 1999 dedicó la canción Wave goodbye)
y a la vez compartir escenario con Linkin Park? “Un intérprete y
compositor tiene que estar suelto, ser maleable e ir dondequiera que le
lleve la inspiración. De lo contrario no está creando nada, solo
manufacturando un producto”, se defiende Cornell. También defiende su
controvertida colaboración con Timbaland. “Vale. No creo que Scream fuera un álbum para fans
de Soundgarden. De hecho creo que lo odiarían [risas]. La verdad es que
mi preocupación como creador en mi carrera en solitario no es hacer
cosas que gusten a los admiradores de Soundgarden. La diferencia clave
para mí entre hip-hop y el rock es que en el rock todavía hay compasión (al menos en el rock que a mí me gusta). También me gusta el hip-hop, pero en él echo de menos cierta vulnerabilidad, no hay compasión”.
Tampoco tuvo empacho Cornell en sumarse a Audioslave, un supergrupo
(bombazo comercial) que provenía de la disuelta y muy políticamente
comprometida banda Rage Against The Machine, en cuyo izquierdismo
radical (más bien una pose estética) no parecía pegar demasiado el
introspectivo Cornell. “Líricamente procuro no adoptar un punto de vista
crítico sobre ninguna materia en concreto. No puedo decir qué está bien
o mal si no tengo ni idea de qué estoy hablando. No soy ese tipo de
pensador”.
No encuentra Cornell la manera de explicar de qué va lo nuevo de su
banda (un disco en el que llevan trabajando desde 2010 y para el que
todavía no hay fecha): “Las letras de las canciones nuevas están
inspiradas por la música misma y Soundgarden cubre un territorio sonoro
muy amplio. Es imposible describir el álbum nuevo en pocas palabras. Hay
que escucharlo. Desde luego tiene algo de los últimos elepés. Es una
especie de hermano de Superunknown [con el que en 1994 entraron directamente al número uno del Billboard] y de Down the upside [1996]. Creo que esos discos eran bastante experimentales y este también lo es”.
Quien solo haya dado una escucha superficial al sonido de Soundgarden
caerá en una descripción tópica: Ozzy Osbourne y el falsete heavy; marchamos contra los que Cornell se revuelve. “De joven trataba de no sonar como un cantante de heavy metal
al cantar en un registro alto. Escribí muchos temas en ese registro
porque creía que molaba, pero luego al oírme notaba reminiscencias al heavy de los ochenta y odiaba eso. Ahora, con la edad, puedo cantar en el mismo registro y no suena como heavy, más bien como a un cantante de rock o de r&b”.
La voz, he ahí un tema que apasiona a Cornell. “Afortunadamente mi
periodo de adicción no fue tan largo como para afectar a mi voz. Todo
cuenta, claro. Hasta una alergia. Creo que el instrumento que es mi voz
ha cambiado a lo largo de los años, casi siempre de una manera que me
gusta. Echo de menos cierto carácter crujiente y cierta fluidez entre
notas de la voz más juvenil. De joven es más fácil cantar, cuando
envejeces las cuerdas vocales se hacen más gruesas. Pero no creo que
necesariamente, como oyente, me guste más una voz joven”.
Nada, pues, de nostalgias de juventud: "Lo importante es qué vas a
hacer mañana, porque sea lo que sea lo que haga Pearl Jam o Soundgarden,
si está bien, convertirá a lo que hicimos en un principio en algo aún
más valioso y relevante".
Soundgarden tocarán el día 25 de mayo en el Sonisphere Madrid.
cHRIS cORNELL - mI aDICCIÓN nO fUE tAN lARGA cOMO pARA aFECTAR mI vOZ
martes, 15 de mayo de 2012
Publicado por dAVID en 16:08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario